viernes, 14 de diciembre de 2007

Bestiario II: Compilación de criaturas míticas

De nuevo entregada a las labores naturalistas que todo hombre, mujer o hámster debería practicar alguna vez, me he topado con nuevas y excitantes especies animales, cada una más rara que la anterior. Claro que eso no quiere decir que tales animales os vayan a gustar: es deber del naturalista documentar lo que ve sin discriminación por motivos de sexo, raza o religión. Los naturalistas corruptos, que buscan el éxito fácil, no dudan en exponer animales exóticos y bonitos, que cuentan con la aceptación del gran público y del National Geographic, pero el verdadero naturalista, el naturalista vocacional, ha de seguir sus principios aunque ello le acarree la pobreza y el desprecio del mundo.
En mi dedicado tour para observar criaturas inéditas, he descubierto las siguientes especies:
- El cerdipollo del Ampurdán (gallitus certicola): dícese de un exótico animalillo de cuyas cachas no se sacan jamones, como ocurre con nuestros cerdos más cotidianos, sino alitas de pollo. A primera vista, el cerdipollo del Ampurdán es un cerdo como todos los cerdos, con su rabito ensortijado, sus implorantes ojillos negros y el sonido que emite para comunicarse con sus semejantes: ¡oink, oink!. Pero el observador avezado conoce trucos para distinguir un cerdo de un cerdipollo: si uno se fija muy atentamente, verá el pico de pollo donde tendría que haber un morro de cerdo. Aunque los gastrónomos y gourmets del mundo jamás probarían un pollo normal, son capaces de matar para conseguir una sola alita de cerdipollo. Por ello, esta criatura se ha convertido en la especia más protegida del Ampurdán y la sustracción de cualquier ejemplar de cerdipollo está castigada con la muerte.
- El percebe locuaz de la ría (moluscaria parlatoria): un percebe que habla no es algo tan extraño hoy en día, sobre todo desde que se sabe la existencia de un pez que bebe de porrón como es la carpa Juanita (o Jenny, que dirían los ingleses). Pero al igual que este magnífico pez, el percebe locuaz de la ría es un ejemplar único en el mundo. Se ha podido constatar que este percebe nació como un percebe vulgar y corriente, con el destino de permanecer pegado en una roca hasta ser arrancado por algún marisquero. Pero los moluscos, como los seres humanos, también pueden sentir en sus carnes el afán de superación y por ello, el percebe locuaz de la ría, en atenta escucha de las conversaciones de los pescadores que pasaban cerca de su roca, aprendió a hablar español con precisión cervantina. Es por ello que cuando un muchacho acercó su mano a su caparazón para arrancarlo sin miramientos y destinarlo a consumo propio o ajeno, el percebe exclamó, con voz perfectamente clara: "¡Oye, Tú!. Es de suponer que la sorpresa del chico fue mayúscula y no menos la de su familia, que acudió en masa para oír el prodigio. Desde su descubrimiento, el percebe locuaz de la ría ha aprendido portugués, inglés y alemán, además de matemáticas y se plantea inscribirle en un curso de la Uned.

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