miércoles, 27 de agosto de 2008

Crónica del Summercase 07 (el mejor), segunda parte.

A mitad de actuación de la pesada de la Harvey, nos fuimos desplazando como quien no quiere la cosa hasta el escenario donde tocarían The Flaming Lips, de cuyo espectáculo habíamos escuchado maravillas. Fuera lo que fuera aquello, lo iríamos a ver en primera fila así nos aplastasen las hordas de indies enfervorecidos y de este modo nos dejamos caer junto a la valla de seguridad con nuestra mejor cara de lipotímicos a ver si nos daban botellas de agua gratis (y así fue). El concierto se abrió con una banda de gente disfrazados de Papá Nöel y enarbolando sin ton ni son unos focos con los que consiguieron dejar medio ciego al respetable. En estas que salió el cantante de la banda, un hiperactivo madurito que recibió la aclamación popular tras caminar por encima del público metido en una burbuja de plástico. Mientras, los Papás Nöel del escenario seguían mareando con los focos y un grupo de duendecillas coregrafiaban lo que parecía ser un baile, mientras técnicos de sonido disfrazados de superhéroes deambulaban por el lugar haciendo esa clase de cosas incomprensibles que suelen hacer los técnicos de sonido. Musicalmente, los Labios Flameantes (¿o flamantes?) resultaban bastante inocuos, además de raros y pelín aburridos, pero el espectáculo, enriquecido por lluvias de balones y confeti fue divertido y tuvo su momento más álgido en la interpretación de “The yeah yeah yeah song”, quizás su tema más conocido. Los Arcade Fire haciendo babear a la concurrencia (a mí también) Repetimos estrategia y nos fuimos antes del final para coger sitio y ver a Arcade Fire, sin duda el auténtico plato fuerte del día. Por desgracia, no hubo manera de acercarse ni a la décima fila, porque ya había un montón de gente, así que hubo que conformarse en verlo todo desde un ángulo cuanto menos incómodo y menos mal que se pudo deducir lo que ocurría en el escenario gracias a las pantallas de los laterales (aunque para eso también te compras un dvd y tan contento). La peculiar banda canadiense entró en el repertorio sin preámbulos; no hacían falta adornos para un grupo cuyas canciones son su mejor carta de presentación. El escenario era sobrio y oscuro; las únicas notas de color eran las biblias de neón -en referencia al título de su segundo álbum, "Neon Bible" - que adornaban varios puntos del escenario, la presencia imponente de un órgano de iglesia y unas pantallas con números que luego proyectarían lo que parecían ser películas antiguas. Para quien no conozca a Arcade Fire, sólo decir que, recibir el pase para entrar a su mundo sombrío y luminoso, desgarrado y lírico es lo más parecido a una orgía religiosa que se puede vivir sin cometer pecado mortal. Su primer disco, “Funeral” sacudió a una generación que no veía nacer una gran banda desde ni se sabe cuándo, gracias a una colección de canciones que derivan entre lo solemne y lo bailable y un sello personal que no referencia a ninguna otra banda de la actualidad. La noche del sábado en Boadilla nos dieron ocasión de brincar con “No cars go” o “Power Out” y emocionarnos con la bellísima "Tunnels", “Neon bible”, “Intervention”, “Ocean of Noise” (a título personal, eché de menos la intensa “My body is a cage”), etc...Asombroso que, con sólo dos discos, a esta banda le sobren las canciones memorables. El grupo mostró una energía y una pasión envidiables y fue, de lejos, el mejor concierto de la jornada. Sin demasiadas sorpresas se desarrolló la actuación de Bloc Party, un grupo inglés en la estela de gente como Franz Ferdinand y cuyo pop energético no resultó más trascendente que meterse un Red Bull entre pecho y espalda. A las 3:30 de la mañana, hora en la que iniciaron su show los Scissor Sisters, los asistentes al Summercase empezábamos a parecernos a los protagonistas de “La tierra de los muertos vivientes”: pálidos, polvorientos, ojerosos y sobre todo muy hambrientos. Las últimas viandas desaparecieron durante la mudanza desde la carpa de chill out hasta el escenario. Lo cierto es que aunque las hermanas tijeras ofrecían una de las propuestas más bailables del festival, a esas horas la sombra del agotamiento extremo planeaba sobre el festival y sólo los muy avezados o muy drogados se hallaban en un estado más o menos competente para seguir con la marcha. Sobre el escenario, Jake Shears aparecía con un modelo decepcionantemente discreto: un traje de chaqueta burdeos con brillos, bastante suave comparado con el traje de lamé plateado de Ana Matronic, la pelirroja cantante de la bandada. Sin embargo, desbordaron encanto, ganas de juerga y divertidas y absurdas declaraciones en español (¡¡Esta canción es para las vaginas grandes!!). Lástima que todavía le falten hits suficientes para sostener una hora y media de concierto y que la primera parte del mismo resultara un tanto aburrida, por lo menos hasta que empezaron con “Take your mama out”, su primer single. El momento álgido llegó, como era de esperar, con una de las mejores canciones bailables de los últimos años “I don’t feel like dancin’”, que convirtió el recinto en una auténtica discoteca. Tras la apoteosis del falsete, se despidieron contando con las simpatías de un público exhausto. Mientras abandonábamos el recinto podíamos escuchar a lo lejos los ritmos machachones que facturaban 2manydj’s (con lo que amortizamos 1,6 € de la entrada). El pim-pam-pum y las remezclas de temas de éxito nos acompañaron, cual apocalíptica banda sonora a la salida.

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